Nuestras vidas se separaron cuando decidimos con Felipe venir a vivir a Santiago.
Aunque ella vive con mis suegros en un gran campo, donde es feliz, siempre íbamos
a verla, me refiero a todos los fines de semana cuando vivíamos en Curicó.
La llevábamos a todos lados, dormía con nosotros en la cama y paseabamos por muchos
lugares, pues ama andar en auto y acampar. Ahora es lo que más extraño en el mundo.
Mi Pepita. Pasan las semanas y me cuesta ir a verla por varias razones. Ahora que tengo
un pequeño tiempo, le regalo mi corazón en este espacio para que cuando vaya a verla
sepa que nunca me olvidé de mi pequeña cachorra de león...
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